miércoles, 30 de mayo de 2012

La política como profesión.


Con toda seguridad no es el único y, probablemente, no sea el principal problema, pero me resulta altamente preocupante que muchos, seguramente una gran mayoría de los políticos, hayan hecho de la política una profesión, un oficio: su profesión, su oficio. No se trata de gente preparada que vaya a aportar sus conocimientos, su experiencia a sacar adelante el país, no. Se trata de vivir de la política. Afiliarse a un partido, ir subiendo escalones, ir pisando cabezas y dándole al cepillo hasta conseguir el primer cargo. Y de ahí otro y otro, cada vez más arriba. Y cuando se ha llegado arriba de todo o casi y no se puede repetir, siempre quedará un jugoso sillón en un consejo de una empresa estatal, de un banco, de una caja.

Poco importa que un ministro de sanidad, sea de este o de cualquier gobierno pretérito no tenga pajolera idea de medicina, o que el de justicia no haya pisado en su vida un juzgado, o que el de industria no sepa hacer un circuito eléctrico, da igual, para eso están los asesores, buena parte de los cuales tampoco tienen gran idea pero, eso sí, son fieles hasta la muerte.

Y cuando se ha pasado, sin pena ni gloria, por diferentes cargos políticos, dejando AVEs sin acabar o que no llevan a ningún sitio o que hay que cerrar por falta de "parroquia", o aeropuertos sin estrenar o que quedan inoperativos al perder el único vuelo diario o semanal que recibían, muchos de ellos sin tener carrera universitaria alguna o no haberla ejercido jamás fuera de la política, viene el cargo de consejero, bien remunerado, a cambio de no hacer nada, o peor todavía, de llevar a la quiebra a la entidad correspondiente, eso sí, previo pago de multimillonarias (en euros) indemnizaciones al nefasto gestor. Ya se encargarán quienes quedan de justificar su actuación, porque "hoy por ti mañana por mi" y quién sabe si un día no estarán los papeles invertidos.

Como Lennon, I'm a dreamer, y por eso sueño, que soñar es fácil, en un día y un lugar en los que profesionales competentes, habiendo demostrado su valía en sus respectivos campos, cogieran las riendas de una determinada competencia con el único afán de servir al país, por un tiempo limitado y sin más afán que el de servir a la colectividad. Y, finalizada su labor, dejaran paso a otros y volvieran a su labor inicial. ¿Utópico? Claro que sí, pero una vez me lo han quitado todo o casi todo, y, sobre todo me han quitado la ilusión, me han quitado la fe en el sistema, por favor, al menos déjenme la utopía.