miércoles, 3 de febrero de 2010

Se fue sin el Nóbel de la Paz

Fue propuesta el año 2007. Pero se lo dieron a Al Gore por su trabajo contra el calenta-miento del planeta. En 2009 se lo dieron a Barak Obama por sus buenas intenciones, Irena ya no era candidata.

Irena Sendler murió el 12 de mayo de 2008 a la edad de 98 años sin llevarse el premio Nóbel de la Paz. Pero ¿qué hizo Irene Sendler para merecer tal premio? No hizo estudio alguno sobre el calentamiento del planeta, ni, desde luego, se lucró dando conferencias sobre sus trabajos. No tuvo buenas intenciones, no. Simplemente las llevó a la práctica.

Irena Sendler o Sendlerowa fue una víctima más, ¡tantas hubieron! de la barbarie nazi. Conocida como "El Ángel del Gueto de Varsovia", fue una enfermera polaca que consiguió un permiso para ejercer funciones como especialista de alcantarillado y tuberías en el Ghetto de Varsovia.

Irena, no obstante, no se dedicó -o no sólo se dedicó- a desatascar tuberías. Irena sacaba niños camuflados entre sus útiles de trabajo y los sacaba del Ghetto ocultos en su camioneta, defendidos de los soldados nazis por un perro que entrenó para que les ladrara cuando se acercaran, amortiguando el llanto o los gritos de los niños y "desanimando" a los soldados a hacer mayores averiguaciones y valiéndose de todo tipo de subterfugios para esconderlos: sacos, cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercancías, bolsas de patatas, ataúdes... En sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape.. Así salvo la vida a unos 2.500 niños, a lo largo de un año y medio.

Pero claro, todo "crimen" tiene su "justo castigo". Un buen día, mejor dicho, un mal día alguien descubrió lo que Irena estaba haciendo al amparo de su supuesto trabajo. Irena fue detenida por la Gestapo, llevada a la infame prisión de Pawiak y brutalmente torturada. Le rompieron los brazos y las piernas.

Irena no solo salvaba niños. Salvaba también su identidad, su dignidad. Llevó con esmero un preciso registro con el nombre de cada niño que iba salvando. Consciente de lo que supondría si tal registro caía en manos de los nazis, lo guardaba en un recipiente de vidrio y lo enterraba en su jardín, junto a un árbol. Cuando acabó la contienda intentó localizar a los padres supervivientes y reunir las familias. Lamentablemente la mayoría habían perecido en las cámaras de gas.

En 1965 la organización Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel. En noviembre de 2003 el presidente de la República, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. Pero no le dieron el Premio Nóbel de la Paz. Se lo llevó Al Gore.

Os preguntaréis por qué cuento esto hoy, a los casi dos años de su muerte. Simplemente porque he recibido un email de estos que tanto corren por Internet como si Irena hubiera muerto hoy. Y me he alegrado y mucho, porque ha hecho que la recordase y que pensase en lo injustos que hemos sido con Irena olvidándola.

Descansa en paz, Irena. No te dieron el Premio Nóbel de Paz pero todos los hombres y mujeres de bien, todos los que amamos la libertad y la justicia estoy seguro de que te lo hemos dado en nuestros corazones. Aunque se lo dieran a Al Gore.